La irrupción de Antonio McDyess en la NBA allá por 1995 fue la de un jugador que iba a marcar una época. Y durante seis años, su capacidad anotadora y sus enormes cualidades defensivas le permitieron brillar a razón de 17,8 puntos y 8,8 rebotes por partido. Un prodigio físico y un jugador inteligente y cerebral, que le colocaban a la altura de los jugadores más completos de la NBA en su época. En su juego, exquisito y elegante, brillaba un más que eficiente tiro de media distancia, un instinto defensivo excepcional y una facilidad para hacer puntos casi inagotable.
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